A veces me pasa que no encuentro la paleta de colores para pintar la monocromática tristeza de mis recuerdos.

Si pudiese pintar haría un árbol sobre una pequeña lomada, sin demasiado follaje, alto y un poco desgarbado; a su lado, solitario y taciturno, situaría un banco rústico de roble bien oscuro, también dibujaría un sol alejado y fisgón, oculto tras las tranquilas aguas de un lago. Entonces sí, todo lo demás sería cielo, infinito y abierto, sobradamente lo más hermoso del paisaje que a simple vista, se acomete tan grisáceo como agreste.

Eso si pudiese pintar, claro, sobre un papel imaginario, cada remembranza en blanco y negro que reclamara arbitrariamente nuevas gamas.

Pintaría por ejemplo, mucha paz y con letras de colores plasmaría, repleto de silencio, el soneto de Bernardez, llenaría el cielo con música de Marradi y pondría a descansar, en el banco rústico de roble bien oscuro, a todos mis recuerdos, mientras el pincel alisa una a una las arrugas de mi alma.

Entonces sí. Recién ahora mientras escribo, me doy cuenta que me hago agua, cielo, aire y fuego… que río, bailo, vuelo y pinto a mis lagrimas con verdes hojas del árbol que imagino y le digo a mi tristeza como hago cada día, que estoy bien, que muchas gracias, que no la necesito, ni la busco, ni la elijo, simplemente le digo, que ya no cuente más conmigo.



Dibujo: Daniel Caminos
Dean Funes Córdoba
daniel_9855@hotmail.com
https://danielcaminos.blogspot.com


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Créditos: Garabatos sin © (Adaptación de Plantillas Blogger) ❘ Codrops ❘ Ilustraciones: ©Alex DG ©Sofía Escamilla Sevilla

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